El paternalismo
La supervivencia profesional se delegaba a la empresa en la que se trabajaba. La prosperidad económica de la posguerra alimentó la ilusión de la empresa paternalista en la que refugiarse para todo la vida. Llegaron las crisis, la del petróleo, la de las puntocom, la de los hermanos Lehman, etc. y nos dejaron las empresas al descubierto y a nosotros huérfanos. También eran precarias. Las puede derribar un gestor financiero avaricioso o unos jovencitos en un garage.
La desorientación
Estamos en las décadas más inciertas de la historia (frase tela marinera). La empresa efímera, sostenida por freelancers; la plataformización del trabajo y el submileurismo, la llegada de las pateras, los negocios digitales para superespecialistas, los robots roba empleos, la revolución blockchain que puede eliminar el concepto de intermediación, el futuro del trabajo cuando ya no es necesario…
Los negocios digitales
Empleadores tradicionales y profesionales individuales están tan desorientados sobre los negocios que les pueden echar del mercado o dejarles sin nómina como sobre los negocios que deberían inventar para sobrevivir. La nómina ya no es anestesia ni refugio. El negocio nos ha caído encima a todos, a los gerentes y asalariados tanto como a los inversores y emprendedores. La dicotomía nómina-autoempleo se está diluyendo en el continuo negocio-coste. Con o sin nómina, estamos más o menos cerca de dos extremos que se repelen, la creación o aportación a un negocio, propio o ajeno, y el puro coste, automatizable y sustituible.
El marketing personal
Aun así, siguen a la orden del día los discursos pasivos y egocéntricos sobre el trabajo, el trabajo como derecho colectivo que otros deben gestionar, o como merecimiento, como premio a algo, una trayectoria, unos estudios, unos valores autoatribuidos. La versión online de la pasividad es la exhibición y agitación al servicio de portales y plataformas y «a la espera» de empleadores o headhunters, de un producto personal único, un CV, una marca, que hay que colocar. Exhibición y agitación, los negocios de la visibilidad personal dominan el panorama del empleo y la proponen como indispensable y autosuficiente a pesar de las evidencias. Con este enfoque el trabajo te lo birlan
La venta de servicios
los que son capaces de despegarse del producto personal único, reconocen las necesidades o caprichos de contratistas y empleadores y su derecho a decidir y modulan su oferta caso a caso y cliente a cliente. El trabajo se empieza a ganar o perder justo cuando termina el marketing personal, en el cara a cara con un comprador único con un problema que cree único y en competencia con gente que puede ser más hábil ajustando su oferta o gestionando la relación comercial.
La supervivencia sostenible
en el desconcierto digital reinante aconseja todo menos recetas y autolimitaciones. La supervivencia seguirá siendo un asunto de demandas y de ofertas que muevan a algún demandante a entregarnos su dinero y no a otro. Igual además de empleo también podemos buscar necesidades, que hay más. El marketing y la venta lo podemos acompañar con el desarrollo de servicios «necesarios» y la planificación estratégica, por ejemplo. Y pensar como ejecutivos además de asalariados, y darle a la nómina, tan sola e idealizada, hermanitos, otras formas de monetizar nuestros recursos…
¿Entonces MBAs para todo el mundo? Qué va, autogobierno, es más barato. Tómese primero unas tapas de negocio con nosotros y después ya verá.
Recuerde este ciclo
Clientes finales > Demanda 1 > Oportunidades > [Inversores > Sus intentos de negocio > Gestores > Demanda 2] > Oportunidades > Mis recursos > Mi valoración > |Voy/No Voy| > Mi intento de negocio > Oferta > Marketing > Venta > Acuerdo > Entrega > Ingreso [+ Ingresos – Gastos] = Negocio