Datos, datos. Algunos datos que podrían obligar a replantearse el negocio de la inteligencia emocional aplicada al desempeño profesional en el ámbito laboral. Los hay que han conseguido vender ‘inteligencia emocional’ para seleccionar o formar a plantillas comerciales enteras en la idea de que a más inteligencia emocional mayor rentabilidad profesional.
Los datos. Adam Grant, ese hábil guru de Wharton, aplicó a cientos de vendedores de una empresa dos tests psicotécnicos, uno de inteligencia emocional que medía la capacidad de percibir, comprender y regular las emociones, y otro de capacidad intelectual cognitiva, la de toda la vida, en la que tenían que resolver problemas de lógica. A continuación hicieron un seguimiento de sus ventas durante varios meses.
El grano. La capacidad intelectual cognitiva fue más de cinco veces más potente que la inteligencia emocional. Los vendedores con alta capacidad cognitiva conseguían ventas medias anuales de 195.000 $, 159.000 $ los de capacidad media y 109.000 $ los de capacidad baja. La inteligencia emocional no aportaba nada.
El CEO de esa empresa no se quedó tranquilo. Podría ser que no se hubieran tomado en serio el test de inteligencia emocional. Grant replicó el estudio con cientos de candidatos en procesos de selección, que sabían que los resultados podrían influir en su contratación. De nuevo la capacidad cognitiva superaba ampliamente a la inteligencia emocional.
Hace unos años Joseph, D & Newman, D hicieron un meta-análisis de varias decenas de estudios sobre inteligencia congnitiva y emocional en ambiente laboral, con miles de empleados de 191 diferentes trabajos. La capacidad cognitiva explicaba más del 14% del desempeño laboral. La emocional, menos del 1%.
¿Tenemos que tirar la inteligencia emocional por tierra? En absoluto. Puede facilitar el trabajo a quieren manejan emociones todos los días, como los vendedores. En profesiones frías, ingenieros, contables, científicos, las emociones pueden ser contraproducentes y la inteligencia emocional no aportar ninguna ventaja en el desempeño.
Es más, incluso en las ocupaciones ‘emocionales’, rendir más es cuestión de capacidad de aprendizaje, algo directamente relacionado con la capacidad intelectual. Y para remate, cuanta más capacidad cognitiva, más fácil es desarrollar la emocional cuando se necesita, o lo que es lo mismo, capacidad cognitiva y capacidad emocional correlacionan positivamente, van unidas una a la otra.
Así que, por el momento, dejaríamos la inteligencia emocional en su sitio, que no parece ser en el desempeño profesional.
Fuentes: «Emotional Intelligence Is Overrated» by @AdamMGrant. The Dark Side of Emotional Intelligence – The Atlantic
Más sobre lo mismo: INTELIGENCIA EMOCIONAL E INTELIGENCIA RACIONAL.SU VALOR COMO PREDICTORES DEL RENDIMIENTO LABORAL.ALTAS CAPACIDADES INTELIGENCIA por Vicente Feltrer, publicado el 06/09/2016 en
https://www.mensa.es/cms/posts/inteligencia-emocional-e-inteligencia-racional/.
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Parece que desde hace años se ha demonizado el CI pero bueno, yo lo tengo normalito, no me preocupa. Gracias por aportar datos científicos.
Un saludo.
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Un saludo
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