En la búsqueda de trabajo y en «la industria» que le rodea el gran ausente suele ser el trabajo. Queremos trabajo pero se propone, se defiende y ofrecemos CVs perfectos, automarketing diverso, competencias, necesidad, trayectoria, visibilidad, grandezas, pena, network, logros, formación, pasiones, vejez, marca personal… pero no ofrecemos trabajo, sino ingredientes para un diálogo de sordos con el empresario. Llegarle con un idioma que no es el suyo a pedirle que encuentre tu propuesta entre la hojarasca no parece la mejor forma de vender.
‘Bueno, esto está organizado así, para eso están los de RH’, pensará alguien. Cierto, últimamente para un «permítanos conservar su interesante CV en nuestra base de datos (donde entra con el número 5.357.632) y tan pronto surjan oportunidades acordes a su perfil nos pondremos en contacto con ud. (o sus herederos)». ¿Cómo nos salimos ‘de la fila’? ¿Existen filas más cortas? ¿Hay alguna gatera? El problema quizás merezca unas vueltas.
Mientras haya necesidades hay esperanza
Si miras fuera de la fila hay razones para la esperanza. Empresarios ofreciendo empleo hay muy pocos ahora, pero empresarios con necesidades hay muchísimos. Sólo con meter la punta del dedo en el mundo real encuentras consultoras IT con modelos de servicio acabados y márgenes por los suelos, directores de marketing con un problema llamado ‘el CRM que me han colocado’, directores comerciales dirigidos por sus comerciales, start-ups con ideas de negocio geniales y un carajal en el backoffice que hace imposible la atención al cliente, etc. Y si se te agotan los empresarios, que también tienen su ciclo de vida y sus errores, te están esperando clientes finales con dinero y necesidades insatisfechas por esos o ningún empresario ¡pobres intermediarios! Mientras haya necesidad hay esperanza, no de nómina indefinida pero sí de supervivencia.
Un gran pero, Perogrullo, preguntaría a los de la fila: si hay tan poco trabajo ¿por qué se empeñan uds. en buscar trabajo? ¿No tendrían que buscar necesitados y ofrecerles uds. el trabajo que solucione sus necesidades? Esta vía de salida de la fila es más vieja que Matusalem, todavía se discute si es la segunda actividad más vieja del mundo o la primera. El plan de fuga sería a) correo electrónico o teléfono de esos presidentes de consultora, directores de marketing o clientes insatisfechos (investigación de mercado), b) propuesta de trabajo contra su necesidad (oferta comercial), c) negociación y d) contrato firmado o volver de nuevo a) o b) o c). Si lo quieres bajo en calorías: un marrón, una solución y una negociación.
La tarta y los cortes
Esto no puede ser tan fácil ¿verdad? Si lo fuera sería mentira. Habíamos prometido unas vueltas así que intentaremos complicarlo. Santa Bárbara, los dentistas y los coaches de la reinvención saben bien que preferimos los cortes radicales a la gestión de lo continuo. Hay cortes virtuales, como entre la ‘reputación online’, me encanta, mi mundo (in)feliz, y la ‘reputación’ en crudo, en real. Hay cortes en el tiempo, la ‘reinvención’ precisamente, de durmiente con nómina a Chuck Norris del emprendimiento en una semana.
También hay cortes, digamos, funcionales. Cortados estaban, por ejemplo, el ‘empleado‘, cerebro reservado para la producción, busca-sueldos, del ‘empresario‘, cerebro centrado en la administración, busca-vendedores, y del ‘emprendedor forzado‘, cerebro excluido de los dos cortes anteriores, busca-subvenciones. Cuando se vio que cediendo al empresario la exclusiva intelectual sobre el negocio acababas ‘en la fila’, aparecieron el ‘neo-empleado‘, el busca-sueldos con actividad intelectual ampliada al marketing, más concretamente, la autopropaganda online, y el ‘post-empleo’.
El post-empleo ¡Esto sí que es un corte! Se acabaron los conceptos. A jugar con todas las desgracias de las que te protegía la nómina: negocio, estrategia, innovación, competidores, finanzas, etc. Toca explorar las posibilidades del modelo Perogrullo-Matusalem para sofisticarlo y evolucionarlo. La supervivencia como pura ingeniería de modelos de negocio, ingeniería de la monetización. Mira si no.
A Zuckerberg y compañía les hemos hecho ricos entre todos, sin notarlo y encantados. Satisfacción cool e inmediata (me gusta) de versiones artificiales (visibilidad online) de necesidades básicas (afiliación, autoestima) a cambio de datos personales que ‘applicarán’, pagando, terceros, explotarán, pagando, cuartos y financiarán quintos aunque no haya ingresos todavía, con la expectativa de que en el negocio entren sextos que lo integrarán con el negocio de séptimos sacando a octavos del mercado y… Sirva esta visita a Úbeda para explicar la situación ‘en la fila’, a la que volvemos inmediatamente.
De trabajadores a buscadores
El corte que acecha a cualquier buscador de trabajo, ocupado o desocupado, no es otro corte funcional sino el corte con lo funcional, dejar de ser ‘trabajador’ para pasar a ‘buscador’, esa nueva profesión que te especializará en el manejo de los ingredientes y la hojarasca del comienzo y te mantendrá entretenido ‘en la fila’. Que la hojarasca sea útil o inútil para la búsqueda o que pagues o no por ella a un neo-especialista, todo eso, es indiferente al negocio que alimentamos con nuestros datos cada vez que tocamos el teclado.
Vuelta al trabajo
El negocio del entretenimiento vive de las soluciones a granel, necesita masa crítica e impacto, publicidad, ruido, filas, justo lo último que cualquier empresario desearía para negociar con nadie. El ruido, en grupo, pero la venta, en privado. El negocio de la supervivencia es tozudo. La competitividad, el producto, la propuesta, la negociación, el remate, pertenecen al ámbito de lo personal y discreto, ahí es donde hay que trabajarlos. Como la salida de ‘la fila’, de uno en uno y en silencio.
Y si todavía te insisten grítales: «Y no me vuelvan a hablar de mis fotos borracho en Facebook porque ni bebo, ni tengo Facebook ni tengo amigos».