Nosotros todo lo poco que tenemos se lo debemos al mercado pero para muchos el mercado laboral es una fuente de temores y lamentos. Por citar a algunos, los procedentes de la comodidad profesional para toda la vida, muchos residentes aquí desde hace tiempo, más achuchados últimamente, los que quieren empezar a jugar y no pueden, los colmillos retorcidos de toda la vida… Dicho en bruto, sí, es duro, pero es lo que hay. Es lo que nos queda desde que los empleadores se han divorciado de los empleados.
Dicen que esta última crisis se ha llevado por delante el paternalismo empresarial y sus últimas apariencias. Se habla menos de la fidelidad y entrega del empleado porque ellos ya no pueden comprometerse en relaciones estables de ese tipo. La estabilidad ahora la buscamos todos, empresarios, empreados y empleados, en el mercado y sin garantías. Siempre hemos trabajado para un mercado pero podíamos engañarnos. Ahora el mercado es descarado, hay que digerirlo, la montaña te espera, Mahoma. Si sigues leyendo esto te vas a encontrar una invitación a la reconciliación con el mercado. En realidad, a acercarte más. Vamos a jugar durante un rato con la posibilidad de que conocerlo sea amarlo, sí, al mercado.
De lejos, asusta. La imaginación es el opio del pueblo. Una bicicleta, sólo 2 ruedas, eso se cae, ahí no subo. Según te acercas, dejas de pensar que si no pedaleas te caes porque te ocupas de otras cosas, frenar, subir o bajar, dónde ir. Primero eso, el mercado, todo, a lo bruto; luego lo haces tuyo, tu mercadillo, tu sector, una lista de empresas; luego una listín de nombres, teléfonos, emails y linkedines; luego relaciones virtuales, noticias e historias, necesidades y soluciones, ajenas, de empresas y personas que pueden ser clientes; luego relaciones sociales, comidas y ocios, que pueden dar en relaciones profesionales; «del cliente hay que conocer hasta el color de la ropa interior»; más tarde, quizás socios y colaboraciones alrededor de necesidades y soluciones propias…
En realidad el mercado puede hacer mucho por nosotros. Veamos algo de eso mucho que valoramos tan poco.
¿Quién te responde?
El mercado generoso, rotundo, en privado u online, muchos silencios clamorosos, algunos rechazos expresos y pocos sigamos hablando’s. Para tus ofertas de servicios ajustadas o no a la demanda, competitivas o no, gaseosas – humo o al grano, con expectativas realistas o i… Para tus entregas de servicios, según lo acordado, según vayamos viendo, según tenga el día, según me mire el vicepresidente. Para tus intentos de cambio, de oferta de servicios, de imagen profesional… Aquí hay hasta carcajadas, pero quién se atreve a oirlas ¿Y tu empleador? Piensa si te escatima/ba o no el feedback cuando es/era bueno, te vocea/ba cuando es/era malo, te orienta/ba o despista/ba.
¿Quién confirma tu oferta profesional?
Tu solución a las necesidades del mercado, tu respuesta a las demandas, la que te permitirá sobrevivir y progresar a medio plazo. El mercado generoso, capaz de llegar a hacerte ofertas de compra, con euros y todo; además te va dando pistas, frío, fuera del tiesto-sin demanda, caliente, te quemas-hay demanda, te quemaste-toma compra. ¿Y tu empleador? ¿sus peculiaridades y personalismo te validan/ban en el sector?
¿Dónde está tu competitividad?
La del medio plazo reside en el mercado, la establecen los reclutadores que te comparan con otros candidatos sobre perfiles online, primero, luego sobre CVs, luego por entrevista, luego por referencias de conocidos personales… ¿La que te atribuye tu empleador? Un trampolín, un globo, un tuerto entre ciegos, tan efímera como el mismo empleador.
¿Tu reputación?
Por definición, propiedad del mercado, tus testigos, los que te han disfrutado o sufrido como proveedor, cliente, compañero u oyente. Te la ganas con tus entregas de servicios y la experiencia de usuario que provocas. ¿Y tu empleador? te la secuestra si sólo trabajas para él; te la puede inflar o desinflar.
¿Quién establece tu valor?
mercado generoso. Tú pones el precio, el mercado tu valor, con sus ofertas salariales a tus candidaturas especulativas o reales, o sus compras de tus servicios. ¿Y tu empleador? Te hace/ía subidas sorpresa, te escatima/ba el reconocimiento verbal para que no te encarezcas, te valora/ba pero no te lo paga/ba, no tienes ni idea…
¿Quién te dirige a las oportunidades de trabajo?
El mercado generoso: tus posibles empleadores, los reclutadores, los canales de información de tu sector, tus contactos… ¿Y tu empleador? Piensa las oportunidades que te ofrece/cía, si te ata/ba o desarrolla/ba, si las mejores oportunidades no son las que has encontrado cuando te echó.
¿Quién te explica los requisitos para aprovechar esas oportunidades?
El mercado generoso, los anuncios de empleo, miles de job descriptions en Google, los contenidos de multinacionales de referencia, los escritos de analistas… ¿Y tu empleador? Cómo es/era de claro para promocionar a la gente de dentro, ¿realmente hay/había posibilidades?
¿Quién te ofrece planes a medio plazo?
El mercado generoso, las vías de progresión están ahí fuera, explicadas en Infojobs, en Linkedin y en Google para quien se pare a leerlas, escalón a escalón, con lo que necesitas y lo que tienes que haber aportado antes. ¿Y tu empleador? ¿A medio plazo? Tú dirás.
¿Quién te va dirigiendo tus intentos de progreso?
Los tuyos solito. ¿Existe el progreso pasivo? El mercado generoso, ya lo hemos visto, con su silencio – veremos – carcajadas – ofertas.
¿Quién te asegura emprendimientos rentables?
El mercado, claro que sí. A quien la quiera leer le regala la viabilidad. Suele pasar que sólo la leen intermediarios para revenderla.
¿Quién te asegura la pasión profesional?
El mercado, cuando te confirma la aceptación de tus propuestas y tus soluciones, con sus compras, en tu cuenta corriente.
¿Quién te ofrece la llave de la supervivencia profesional?
¿Quéee? Si, la sensibilidad a la demanda. El mercado, cómo no.
¿Quién te ata al suelo para que el viento o tus globos no se lleven tu bicicleta?
El mercado, escúchale, te está hablando.
Si no lo oyes quizás necesitas coaching de mercado, próximo, fresco, de temporada. Llámanos, lo tenemos en oferta.
Ilustración de Sara Tyson