Si no puedes estar con quien amas, ama a quien está contigo» es la canción himno de los años 70 del siglo pasado, popularizada por Stephen Stills, que nos viene a la cabeza en cuanto leemos lo de «sigue tu pasión», «escucha tu llamada interior» y similares aplicadas a la vida profesional.
El circuito ‘pasión > trabajo > éxito y felicidad’ hace más ruido y se vende mejor que el otro, ‘trabajo > pasión > éxito y felicidad’. Según están las cosas se encuentra antes una pasión que un trabajo. La ilusión de la pasión hasta puede actuar como una anestesia para seguir en un trabajo alienante sin tener que hacer ningún esfuerzo para que deje de serlo. Hay un circuito 3, ‘ni pasión > ni trabajo > subvención’ que no consideraremos.
Nadie ha demostrado que la pasión, circuito 1, dé de comer sin poner lo que hay que poner además de la pasión. No te va a faltar el que te cuente que ese es justo su caso. El cuento y el multinivel son de las pasiones más extendidas. Por si acaso, no pagues. El circuito 2 es más lento. Tirarse 15 años aprendiendo a tocar el piano sin garantías de que luego quieran ir a oirte no es nada apasionante. Hubo un abulense que volvió de Alemania con un contrato para fabricar millones y millones de tornillos, el mismo tornillo, para el tren de alta velocidad. Apasionante es la vida que lleva ahora. Puede que no lo fueran los años que el herrero dedicó a convertirse en el preferido mundial de los alemanes. La historia científica, qué dice este, sobre satisfacción laboral relaciona esta con la autonomía y confianza que se consigue, ante un jefe o cliente, por ejemplo, a base de servicios de calidad y resultados, no con ningún trabajo ideal.
La ilusión del pelotazo se ha colado hasta lo más hondo en nuestras vidas. Nos creemos que la búsqueda de trabajo es digital, un dedo y un teclado, ‘solicitar’, intro. Ultimamente, otra tecla más, ‘contactar’, intro. Vas a Linkedin, y ahí estamos todos, todos buenos, esperando que nos saquen a bailar y todos ‘contactando, intro’ como locos. Más pelotazo. En siete u ocho meses de trabajo intenso, con el teclado, puedes conseguir una marca personal y, por ende, trabajo, éxito, dinero… Así que si aprendiste mecanografía al tacto por el método Caballero, todos los dedos y sin mirar al teclado, en unas cuantas semanas arrasas.
La pasión es otro pelotazo. Antes, sólo para los hijos raritos de las familias pudientes. Ahora para cualquier desgraciado. Sigue tu pasión, que te forras o por lo menos serás feliz. Si no la tienes, la buscas. Viva la furia española otra vez. Pero si ya ganamos con el toque, toque, toque… Y pegada a la idea del pelotazo, la del rescate. Lánzate al cielo, flecha de España, que un blanco has de encontrar, ‘aunque las ayudas sean escasas’. Si no lo encuentras alguien te rescatará. Alguién del circuito 2 o te vuelves a vivir con tus padres.
La ola antipasión sigue creciendo. Estos días más, acompañando el lanzamiento del libro que hemos puesto en el escaparate esta semana, «So good they can’t ignore you». En castellano, «sed bueeeenos» en algo, como decía E.T. Un panfleto pro-circuito 2 que resumimos en cuatro postulados:
1 Elige un estilo de vida, no un trabajo
2 Busca algunos de los muchos trabajos que te permitan llegar a esa vida.
3 Desarrolla una habilidad rara y valiosa. Estos anglosajones siempre igual, todo a base de esfuerzo.
4 Explota ese valor para evolucionar hacia el estilo de vida del punto 1.
Para los del pelotazo, no es para unos meses. Es un programa que te puede llevar toda una vida. Si te da por el piano, te recomienda no dejar ese trabajo asqueroso y aprender a tocar por las tardes. Anota. No se necesita pasión previa. Aparece en la fase 3, conseguir resultados y mejorar tus operaciones es excitante hasta en el que antes era el más asqueroso de los trabajos. La vida apasionante te espera en la fase 4. Se tarda más pero es más seguro.
Lo sacamos aquí porque, a pesar de la apariencia de soluciones para tontos que caracteriza a los gringos, a su manera coge por los cuernos el toro que todos lidiamos con mayor o menor fortuna, controlas tu vida laboral o tu vida laboral te controla a tí. O controlas o eres carne de pelotazo. Y entresacamos otro punto.
Al trabajo solemos ir a recibir. Se conseguía pidiendo. Lo pedíamos por lo que esperábamos recibir. Entrábamos y seguíamos pidiendo. Los derechos, el debe ser, las teorías sobre el liderazgo, el convenio, el marketing personal, etc. etc., toda una maraña que ha dejado en segundo plano la entrega. Al trabajo en realidad vamos a dar, nos recuerda el autor. No hablamos del compromiso, ni la dedicación o el abandono a la voluntad de un explotador. Hablamos de la entrega de servicios al contratista. Eso que empieza después de pasar el reconomiento médico, buenos días, soy el nuevo, cuando ya se te ha caído todo el sombrajo de promesas (marca, reputación, apariencia, networking, medias verdades, catálogo de servicios…) que te consiguió el contrato. Nos parece que sacar la entrega de servicios al primer plano es ir en la buena dirección.